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lunes, 11 de noviembre de 2019

34 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

John M. Stahl: un paseo por el Hollywood clásico

Considerado un maestro del melodrama y un director feminista, John M. Stahl es también uno de los realizadores más personales del período clásico del cine industrial norteamericano. En esta edición, el Festival, que se realiza del 9 al 18 de noviembre, propone un recorrido por ocho de sus films, que dan cuenta de su variedad de temas y estilos

Nacido con el nombre de Jacob Strelitsky en Baku (ex Imperio Ruso), en 1886, John M. Stahl se mudó a Nueva York con su familia cuando era niño, y tuvo su debut como director en 1914 con la película A Boy and the Law. Durante el período mudo realizó 23 películas, varias de las cuales están perdidas. Si bien su enorme talento queda en evidencia muy fácilmente, no es de los directores más recordados del Hollywood clásico, por lo que este foco que incluye seis de sus películas proyectadas en copias en 35 mm es un acontecimiento único.

Considerado por muchos como un “director de mujeres” –y autor de varias películas que tuvieron versiones posteriores a cargo de Douglas Sirk–, el hecho es que, si bien dicha afirmación es innegable, se queda demasiado corta: Stahl es un maestro del tono, de la puesta en escena, y consigue de sus actores una cantidad enorme de verdad. Y sí, también ha creado a algunos de los personajes femeninos más complejos y fascinantes de la historia del cine. La Ellen que interpreta Gene Tierney en Que el cielo la juzgue (1945) es un caso emblemático en su carrera: un personaje que va en un crescendo de maldad y que sigue haciendo de las suyas hasta después de muerta, alguien a quien vemos dejar morir gente indefensa sin titubear. Pero no se trata de una villana telenovelesca. Ellen trasciende a la femme fatale; es una fuerza de la naturaleza que se lleva puesto todo lo que tiene enfrente, sin importarle las consecuencias. Es el paradigma del personaje cinematográfico fuerte.

Pero, volviendo a cuestiones más allá de su rasgo distintivo, veamos el caso de Back Street (1932), en la que Ray (Irene Dunne) se enamora del adinerado Walter Saxel justo antes de que este se case y, luego de un desencuentro, se convierte en su amante a lo largo de 25 años (un esquema que repetiría dos años después en La imitación de la vida, que también forma parte del foco). Lo que al comienzo pareciera ser una screwball comedy, con un personaje como el de Ray que encaja perfecto en el género, va adquiriendo un tono cada vez más triste y desesperanzado a medida que pasan los años y los hechos. Pero Stahl sabe que lo que está narrando es más bien desgarrador y no recarga las tintas: la película casi no hace uso de la música incidental, y es así como escenas que en cualquier otra película estarían llenas de cuerdas poseen una austeridad a contramano de toda convención (recordemos que se trata de un director clásico trabajando para un estudio como la Universal).

Otra película que amaga con la screwball y que, de hecho, lo es hasta que la realidad golpea dos veces –primero en forma de tormenta arrasadora y luego como mujer con problemas mentales del protagonista– es la extraordinaria When Tomorrow Comes (1939), otra de las películas que tuvieron remakes a cargo de Douglas Sirk (en este caso Interludio, de 1957). La química que logran Irene Dunne (como una camarera en pleno conflicto gremial) y Charles Boyer (un pianista francés) en esta película es ciertamente milagrosa

“Nos vemos en el cine...”

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