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jueves, 23 de noviembre de 2017

32 Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

Panorama Latinoamericano

La 32* edición del Festival de Mar de Plata (17 al 26 de noviembre) presenta en su Panorama Latinoamericano ocho films de Brasil, Chile, Perú, México, Costa Rica, Uruguay y Colombia, que reflejan la identidad regional expresada en las historias que relatan y sus particulares estéticas.

En algunos de ellos se podrá apreciar la preocupación por contar la historia pasada y la más reciente, como la resistencia a la dictadura de Pinochet en Cabros de mierda, de Gonzalo Justiniano, quien esta presente en el Festival.

Los efectos de la violencia en México se dejan ver a través de dos films El Vigilante, de Diego Ros y Extraño pero verdadero, de Michel Lipkes, que retrata la violencia en las calles de ese país. 

El silencio de los fusiles, de Natalia Orozco, profundiza la mirada sobre el proceso de paz en Colombia. Real - O plano por trás da História, de Rodrigo Bittencourt refleja la crisis económico-social y política en los años 90 en el vecino país, su productor Marco Audra está presente en el Festival.

También la cultura de la región suena en los ritmos del músico rioplatense de trascendencia internacional Hugo Fattoruso, con Fattoruso, de Santiago Bednarik director, que está en la ciudad junto al músico para participar del festival. Se presentará, además, el primer film hablado totalmente en idioma aymará Wiñaypacha, de Oscar Catacora con una estética acorde a la geografía de la puna donde fue enteramente filmado.

Por último, Violeta al fin, de Hilda Hidalgo, introduce serenamente en la vida de una mujer que intenta desprenderse de la violencia machista

PELÍCULAS
Cabros de mierda (Chile, 2017) de Gonzalo Justiniano
Los contornos que delimitan a la ficción del documental son difusos. En 1946 Orson Welles inauguró en el cine industrial estadounidense el uso de metraje documental para ilustrar, en una película de ficción, el horror de los campos de concentración nazis. Al igual que lo que sucedía en El extraño, el director chileno Gonzalo Justiniano utiliza sus propios registros fílmicos de la dictadura de Pinochet para ilustrar el horror de un gobierno de facto en su ficción Cabros de mierda. Su decimosegunda película reconstruye las vivencias del recorrido que hizo con su cámara por La Victoria en 1983, material que hoy complementa con una historia con personajes que luchan por el regreso de la democracia. Guiado por un misionero estadounidense, álter ego del director, el espectador habita el clima de miedo de esos sangrientos días al ponerse en la piel de Gladys, una joven madre que representa a todas las víctimas del terrorismo de Estado chileno

El Vigilante (México, 2017) de Diego Ros
Mientras todos duermen, Salvador cuida una obra en construcción. El sereno de carácter apacible se mezcla entre la multitud para tomar el tren que lo acerca a su trabajo, sin saber que ese día dejará de ser uno más del montón. Una tarde, a metros de los adoquines que él protege con su insomnio, la policía descubre una camioneta que esconde un cadáver. Como en una película de Hitchcock, el hombre común se encuentra de repente en una situación extraordinaria: ser testigo de un crimen extraño. Invitándonos a flotar en una nube de tensión constante, el debutante director mexicano distribuye las fichas de un rompecabezas en los alrededores de un edificio imaginario. Presos de un mismo espacio, el terreno y el cuerpo del protagonista, acompañaremos a Salvador en la ardua lucha moral entre contar lo que vio o enterrar el recuerdo debajo del hormigón armado

Extraño pero verdadero (México, 2017) de Michel Lipkes
Jonathan y Yesi son recolectores de basura en la capital mexicana, y viven un romance atravesado por la sordidez del universo en el que se mueven. A las miserias propias y ajenas que surgen de manera cotidiana y la constante amenaza del Maestro Limpio –el chofer del camión en el que viajan todas las noches– se suma el hallazgo de un cadáver junto a una gran cantidad de dinero, con un plan posterior que los someterá a una opresión aún mayor que la que ya conocen. El segundo largometraje de Michel Lipkes sumerge al espectador en esta atmósfera, apoyándose tanto en los vaivenes de su argumento como en un trabajo preciso y contundente en la fotografía y la música, y explorando los rincones más oscuros de la periferia y la condición humana, entre quienes intentan alejarse de esa espiral y quienes se entregan a su recorrido descendente

El silencio de los fusiles (Colombia, 2017) de Natalia Orozco
La guerra civil más larga de América Latina no podía terminar de manera fácil. Después de medio siglo de lucha armada y tres procesos de paz fallidos, las FARC colombianas, la guerrilla más antigua del mundo, entablaron un diálogo con el Estado, con el fin de entregar las armas y emprender una transición a la vida política. Fue un proceso que tardó más de seis años, e incluyó desde un Premio Nobel de la Paz y un polémico referéndum hasta la influencia clave de Hugo Chávez. En una larga serie de conversaciones, los protagonistas (de Juan Manuel Santos a la cúpula guerrillera) relatan a la periodista Natalia Orozco una historia del detrás de escena de las negociaciones, que no por ser la "historia oficial” deja de ser un revelación fascinante de las ideas, pasiones, prejuicios y decisiones ocultas que tomaron los estrategas políticos que lograrían la paz más esperada de la región

Real - O plano por trás da História (Brasil, 2017) de Rodrigo Bittencourt
Mientras Brasil sigue atravesando tiempos de convulsiones políticas y económicas, Rodrigo Bittencourt se remonta a la génesis del Plan Real, el proyecto de estabilización que el gobierno de Itamar Franco diseñó en pos de terminar con la hiperinflación durante los noventa. El director sigue esta historia a través del ascenso del economista Gustavo Franco, desde sus días de profesor universitario y su llegada al Ministerio de Hacienda liderado por Fernando Henrique Cardoso (quien asumiría la presidencia de Brasil en 1995) hasta su gestión al frente del Banco Central y la comisión parlamentaria que debió enfrentar por el caso Banestado. Cuidando el ritmo e introduciendo al espectador en los tecnicismos económicos, pero sin evitar los aspectos polémicos y divisorios que estas políticas produjeron, la película echa un vistazo sobre un período cuyas marcas aún son visibles en la realidad latinoamericana

Fattoruso (Uruguay / Brasil / Argentina, 2017) de Santiago Bednarik
Es ya un clásico del esnobismo antibeatle decir que el mejor tema de los buenos de Liverpool es "Rompan todo”, de los Shakers. También hay que decir que podría serlo. Esa canción, una de las primeras muestras del talento como compositor de Hugo Fattoruso –quien venía formándose en la escena de jazz de Montevideo junto a su padre y su hermano Osvaldo–, sería solo el comienzo de una carrera espectacular que continúa en estos días. Este documental recorre su vida y su obra, desde aquel fervor beat en Buenos Aires, pasando por su estadía en los Estados Unidos, la vanguardia de OPA, sus temporadas en Brasil y el regreso definitivo a su Uruguay natal, las colaboraciones con Airto Moreira, Chico Buarque, Milton Nascimento, Jaime Roos y una infinidad de nombres que morían por tenerlo en sus filas para contagiarse de su espíritu. Fue el propio Osvaldo quien arriesgó la máxima definitiva: "Hugo es un santo”. Y algo de eso habrá

Wiñaypacha (Perú, 2017) de Oscar Catacora
Como la pareja de ancianos de Cuentos de Tokio, la maravillosa película de Ozu filmada en 1953, los protagonistas de Wiñaypacha cargan sobre sus espaldas encorvadas la tristeza de ser olvidados por su hijo. Sin embargo, no invierten en enojo ni acumulan reproches. Pasan sus días tejiendo las frazadas que les dan calor por las frías noches, mastican coca y sueñan con que algún viento pueda traer a su primogénito de regreso a casa. La ópera prima de Oscar Catacora dibuja con líneas tenues la emotiva historia de sus abuelos, quienes le enseñaron a hablar en aymara cuando a sus siete años sus padres lo enviaron a convivir con ellos en las alturas de Acora, zona sur-central de Puno. Wiñaypacha, la primera película de Perú en lengua aymara, imprime sobre la pantalla postales panorámicas pintadas por el aliento nostálgico de un matrimonio zen que, pese a la soledad, despierta todas las mañanas abrazado a la ilusión de la espera

Violeta al fin (Costa Rica / México, 2017) de Hilda Hidalgo
La primera escena de esta película sigue bajo el agua los pies de Violeta que, a los 72 años, decide aprender a nadar. Es solo una de las decisiones que eligió tomar en una etapa de la vida en la que dar pasos es sellarlos. Pero hay otras más significativas. Por un lado, llevar adelante con determinación el divorcio de su pareja de toda la vida. Por otro, intentar conservar su propia casa, cueste lo que cueste, contra la opinión de sus hijos, que apuestan a una venta segura. Con todo esto, Violeta al fin no orienta sus focos hacia el drama familiar lacrimógeno, sino que adquiere el semblante y el brillo de los ojos del personaje (Eugenia Chaverri, hermosa y radiante) para plasmar un relato sobre cómo los caminos de la vejez pueden ser múltiples y tan lúcidos como los de esta heroína, que conlleva en su valor y rebeldía sus más encantadores superpoderes


“Nos vemos en el cine...”

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